45 años después, el centro de mujeres de Montreal evoluciona constantemente para satisfacer las necesidades de la comunidad

Un centro comunitario en Ahuntsic-Cartierville creado por inmigrantes italianos está ayudando a empoderar a las mujeres en Montreal.

Mucho ha cambiado en el Centre des femmes solidaires et engagées desde su creación en 1978.

Ahora que celebra su 45 aniversario, el centro ofrece una variedad de servicios para reflejar los tiempos en que vivimos: ayuda a las mujeres a romper el aislamiento social, escapar de situaciones de violencia y superar la pobreza.

“Las necesidades están ahí”, dijo la directora ejecutiva Pina Di Pasquale. “Estamos hablando de pobreza: la inflación ha aumentado. Estamos hablando de vivienda. Estamos hablando de violencia conyugal.

“Las cosas han evolucionado aquí en el centro, pero realmente aplaudo a las mujeres que me precedieron, que me hicieron posible vivir el viaje que estoy viviendo hoy”.

Al reflexionar sobre este hito, Di Pasquale recuerda con orgullo el trabajo realizado por todos aquellos que la precedieron en la batalla por la igualdad de las mujeres.

“Assunta Sauro fue una de las cofundadoras del centro”, dijo. “Ella también trabajó aquí en el centro durante 20 años. Y trabajó en el centro en una época en la que las cosas no eran como son ahora. Trabajó con muchos voluntarios. No entraba dinero, muchos sacrificios, mucho renunciar a la propia vida para poder cubrir las necesidades del centro.

“Por eso hay que aplaudirla. Hay que aplaudir a los fundadores de los centros”.

Celebrar 45 años de lucha por la igualdad en Montreal implica también mirar hacia el futuro, afirma el subdirector del centro.

“Deseo que el centro continúe con su misión, porque es una misión muy importante que se inició en 1978”, dijo Carolina Eleazzaro. “Y tal vez, quién sabe, algún día podamos permitirnos comprar un nuevo edificio y tener más espacio, tener más actividades aquí en el centro”.

Rolanda Pauletta asiste al centro desde hace 26 años. Este año, dice que todos los presentes en el centro la “consintieron” y celebraron y reconocieron su trabajo como voluntaria y su 90 cumpleaños.

“Realmente me celebraron en todo y por todo”, dijo Pauletta.

Mientras miran hacia atrás y hacia adelante, quienes participan en el Centre des femmes solidaires et engagées dicen que, al final del día, siempre todo se reduce a quienes necesitan los servicios.

“Pusimos mucho para poder hacer mucho para satisfacer todas las necesidades de las mujeres, para satisfacer las necesidades de la sociedad. Pero somos una voz ahí fuera”, dijo Di Pasquale.

“Hemos visto muchos cambios y tenemos una mayor variedad de comunidades etnoculturales”, añadió Eleazzaro. “Y esto es muy enriquecedor para el centro, porque aprendemos unos de otros. Y creo que es muy valioso para nosotros que estas mujeres vengan al centro”.