Nuevo vuelo de prueba de presión del megacohete Starship de Elon Musk

El megacohete Starship que Elon Musk está construyendo para ir a la Luna y Marte se lanzó el lunes para un nuevo vuelo de prueba de presión, con cada vez más voces alzándose contra retrasos en el desarrollo que podrían costarle a Estados Unidos su sueño lunar.

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A más de 120 metros de altura, este colosal cohete se elevó en una espesa nube de humo hacia el cielo de Texas, alrededor de las 6:25 p.m. (23:25 GMT).

Este undécimo vuelo de prueba se produce un año después del quinto vuelo de prueba del cohete, durante el cual SpaceX logró por primera vez atrapar el propulsor con ayuda de brazos mecánicos.

Sin embargo, desde esta espectacular hazaña, Starship ha sufrido varios reveses técnicos, en particular a principios de 2025 con vuelos marcados por explosiones en el aire.

Aunque su último lanzamiento en agosto fue un éxito, Elon Musk no ha logrado silenciar las crecientes críticas de los expertos que dicen que es posible que el cohete no esté listo a tiempo.

En teoría, debería realizar vuelos a Marte a partir de 2026 y permitir a los estadounidenses regresar a la Luna en 2027, pero estos plazos parecen cada vez más difíciles de cumplir, ya que aún quedan “miles de desafíos técnicos” por superar, según el propio Elon Musk.

Estos incluyen repostar el cohete una vez en el espacio y recuperar la nave. Tantas maniobras extremadamente complejas que no se intentarán el lunes, ni tampoco alcanzarán el propulsor.

En cambio, SpaceX planeó realizar varias pruebas en el aire, antes de que las dos etapas del cohete terminen en el agua.

“Carrera espacial”

“Estamos a punto de perder la Luna”, advirtieron en septiembre tres ex altos funcionarios de la NASA en una columna en SpaceNews, mientras un panel de expertos independientes estimó que a este ritmo, la versión modificada de Starship para servir como módulo de aterrizaje lunar podría llegar con “años” de retraso.

“Es muy poco probable que vayamos a la Luna antes que China”, juzgó también ante un comité del Senado Jim Bridenstine, exdirector de la NASA, instando a Washington a desarrollar un plan B.

Lo que está en juego es tanto más importante cuanto que la administración Trump se refiere abiertamente a “una segunda carrera espacial”, después de la que enfrentó a Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

Sin embargo, la misión Artemis 3 que prevé el regreso de los estadounidenses al suelo lunar se basa en parte en que un cohete Starship ha demostrado su capacidad para realizar viajes interplanetarios con total seguridad, lo que todavía no es el caso.

A pesar de los próximos desafíos técnicos y los retrasos registrados, Elon Musk sigue mostrando su confianza. El antiguo aliado de Donald Trump apuesta por una estrategia arriesgada: el lanzamiento de múltiples prototipos para corregir progresivamente los problemas encontrados durante el vuelo.

Si este mantra le ha hecho triunfar, sus previsiones excesivamente optimistas y sus promesas incumplidas preocupan ahora a los observadores, al igual que el hecho de que haya pedido varias veces favorecer a Marte, su obsesión, en detrimento de la Luna.