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Héroes ‘invisibles’ que mantuvieron una vida en la última ascensión al Nanga Parbat

Written by on July 10, 2023

Se ha acabado la temporada de escalada de este verano en el Nanga Parbat (8,125 m), la novena montaña más alta del mundo, situada en Pakistán.

Ha habido bastantes expedicionarios, aunque por supuesto, mucho menos que en los ”ochomiles” de Nepal en la pasada primavera. Probablemente, más de 50 personas hicieron cumbre esta vez en el Nanga Parbat, en diferentes grupos, coincidiendo algunos equipos en el ataque a la cima. Los últimos escaladores quisieron llegar a la cumbre la semana pasada, entre ellos, unos grupos pequeños, y algunos alpinistas que ascendían por libre. Hay que anotar también que esta vez los alpinistas no partieron desde el campo 4 (a 7.300 m) para atacar cima, sino desde el campamento 3, situado a 6.800 metros. Una distancia muy grande y un desnivel bastante exigente para superar hasta el punto más alto.

La ruta de ascenso en el Nanga Parbat.
La ruta de ascenso en el Nanga Parbat.
Seven Summits Treks

La tensión se formó con los alpinistas que no estaban conectados a botellas de oxígeno suplementario. Uno de los escaladores polacos, Pawel Kopec, empezó a sentirse mal tras alcanzar la cumbre del Nanga Parbat, durante el descenso, a la altura de 7.300 metros. Kopec y sus dos compañeros de equipo hicieron cumbre a diferentes horas. Al mismo tiempo, un alpinista pakistaní llamado Dr. Asif Bhatti que empezó a tener ceguera de la nieve a la altura de 7.400 metros y sus manos empezaron a sufrir congelaciones. Dr. Bhatti tampoco podía seguir con el descenso.

La suerte quiso que apareciera allí Israfil Ashurli, un alpinista de Azerbaiyán de 54 años que estaba todavía ascendiendo hacia la cumbre. Ashurli tiene en su haber ya seis ochomiles escalados, pero si algo lo caracteriza es que su lema siempre ha sido que la vida humana vale mucho más que el éxito propio. Sin dudarlo un segundo, Ashurli abortó su propio ataque a la cima y se puso a atender al agotado y enfermo Kopec, con quien se encontró primero. Lamentablemente, poco después Kopec murió en sus brazos debido a una parada cardíaca. Ashurli se apresuró posteriormente para alcanzar a Dr. Bhatti, que ascendía sin guía, sin oxígeno y sufría de ceguera, y los dos alcanzaron una tienda a la altura del campo 4, pero no pudieron seguir descendiendo.

El resto de escaladores, como los otros polacos y los italianos, siguieron descendiendo, agotados. Los polacos con congelaciones y todos, incluyendo a los italianos, con muchos problemas. Las condiciones meteorológicas y de terreno en la montaña fueron muy malas y la caída de piedras fue constante.

Ashurli se quedó arriba con Bhatti prácticamente toda la semana. El helicóptero de rescate no pudo llegar debido al mal tiempo. Ashurli intentó entonces conseguir bajar a Bhatti hacia el campo 3. Mientras tanto, dos pakistaníes, Mohamed Yunus y Fazal Ali, iniciaron su ascenso hacia el campo 2 con el objetivo de alcanzar a Ashurli y a Bhatti. Ali el año pasado pasó muy malos momentos con su cliente en el Nanga Parbat, porque tuvieron problemas para descender, por lo que Ali ahora supo perfectamente a qué estaban expuestos allí arriba Ashurli y el enfermo Bhatti. Esta situación límite con los dos escaladores varados en el campo 3 (Ashurli y Bhatti) se mantuvo durante cuatro días. Finalmente, los dos alpinistas pakistaníes llegaron a poco más por encima del campo 2, donde se encontraron con Ashurli y Bhatti, que trataban de descender. Ali y Yunus tomaron el relevo y acompañaron al doctor Bhatti al campamento base. Ashurli, agotadísimo, sin haber dormido durante días, se quedó unas horas más en el campo 2 para descansar un poco y, finalmente, él también alcanzó el campamento base salvo y sano.

Nadie más ayudó, pero porque no fue posible. Los polacos, compañeros del fallecido Kopec, descendieron con congelaciones graves. Los italianos también estuvieron muy agotados tras el largo ataque de cumbre, y estuvieron afrontando una bajada complicada.

Pero como lo vimos ya en el pasado, en algunas situaciones parecidas, con suerte aparece alguien, quien con algo más de reserva de energía prefiere perder todo el dinero pagado para el permiso de escalada, billete de avión y demás gastos, y decide sacrificar su propia expedición para ayudar a salvar una vida, poniendo en peligro la propia.

Lo mismo es válido para los dos escaladores de Pakistán, Ali y Yunus, quienes, a pesar de la caída de piedras, solventaron el muro vertical Kinshofer de 100 metros para subir hacia Ashurli y el enfermo Bhatti. Los dos pakistaníes de hecho ya habían escalado el Nanga Parbat poco antes de estos acontecimentos relatados arriba.

Cuando se trate de ayudar al prójimo en los picos más altos del mundo, es verdad que siempre se debe partir de la premisa de que hay que socorrer al otro sea como sea, pero esto no siempre es posible. También hay que tener en cuenta otros dos factores: si uno realmente está en condiciones para ayudar en ese momento, y si realmente tiene nivel técnico y experiencia para llevar a cabo un rescate. En el caso del Nanga Parbat de ahora, los clientes comerciales ya se habían marchado de la montaña, y los que permancieron para acometer su ataque a la cima sí que tenían nivel para ayudar. Pero los que hicieron cumbre ese día estuvieron totalmente agotados y con problemas.

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