Verstappen suma otra pole apretado por los Ferrari en una tarde aciaga para Alonso y Aston Martin

Max Verstappen es una constante inagotable, la única certeza en un campeonato del mundo de Fórmula 1 que, por todo lo demás, no deja de sorprender en cada carrera. Se llevó el neerlandés la pole en el Gran Premio de Austria (1.04.351) este viernes, aunque sudó para conservarla antes unos Ferrari que apretaron de lo lindo, con Charles Leclerc segundo y Carlos Sainz tercero, mientras Aston Martin confirmaba su clasificación más decepcionante del año.

Antes, eso sí, fue momento de los únicos entrenamientos libres del fin de semana, el segundo del calendario en el que viviremos carrera al sprint. Lo cierto es que no sucedió nada relevante, pero sí que hubo equipos que dejaron ver algo de su nuevo potencial. Tanto Ferrari como McLaren, además de Williams o Haas, traían mejoras sustanciales a Spielberg, y tuvieron que hacer malabares en una sesión única de una hora antes de que empezase la acción.

Dominó Verstappen, como siempre, y como hizo luego en las tres sesiones de clasificación. La pista del Red Bull Ring iba empeorando en lugar de mejorar, sobre todo a nivel de temperatura, y eso causó muchos contratiempos a determinados equipos, aunque nunca al nivel de lo que supusieron los límites de pista en la clasificación, los auténticos protagonistas.

En la Q1 no hubo tantas sorpresas. Una bandera roja por trompo de Bottas asustó a los favoritos, porque la amenaza de perder su vuelta por infringir los límites de pista era cada segundo más real y evidente. Aun así, todos los favoritos salvaron la primera bola de partido en contra, en un ambiente y un asfalto incómodos para pilotar. Así, cayeron De Vries, Magnussen, Sargeant, Zhou y Tsunoda.

Y entonces se desató el caos. Para la Q2, muchos intentaron salir con neumáticos usados de la anterior, y algunos lo pagaron con creces. El que más, sin duda, ‘Checo’ Pérez, al que le anularon hasta tres tiempos mejores que el inicial, el de la vuelta de calentamiento, para quedarse hundido en la decimoquinta plaza, fuera de la Q3 por cuarta carrera consecutiva. Inaceptable para un piloto de Red Bull, el mejor coche de la parrilla.

Sin embargo, no fue el único que sufrió. George Russell le acompañó en esa atípica Q2, quedando undécimo de nuevo por esos límites de pista que también perjudicaron a Ocon o Piastri, que habrían pasado a la Q3 sin problemas. Es cierto que la normativa está para cumplirla a rajatabla, pero quizá esa normativa es caduca y no aporta nada más que quebraderos de cabeza. Hasta Verstappen tuvo alguna vuelta anulada. La FIA se lo debería hacer mirar.

De este modo se llegó a la Q3, donde la esperanza española esta vez sólo recayó en Sainz. En condiciones como las de esta jornada o las de Barcelona, con mucho frío en pista, el AMR23 sufre muchísimo porque no calienta los neumáticos como debería. Y lo acusó, porque Stroll fue sexto y Fernando Alonso séptimo, por primera vez por detrás del canadiense en clasificación este año. Esperemos que el sábado y el domingo reaccionen con un buen ritmo en carrera.

Aun así, lo más preocupante fue ver a Alonso salir con neumático blando nuevo a realizar su intento definitivo y abortar la vuelta sin mayor explicación, con el crono ya cumplido. Con un poco de suerte, Aston Martin prefirió pensar ya en la carrera, en ambas, y montar un set up en el coche pensado para tandas largas, porque de otro modo es inexplicable la diferencia de Canadá a Austria en dos semanas.

Sea como sea, los protagonistas fueron los Ferrari después de mucho tiempo. Verstappen marcó un crono brutal, pero tanto Leclerc como Sainz acariciaron la pole. Sobre todo el monegasco, apenas a 48 milésimas del neerlandés. Las mejoras parece que funcionan, pero la carrera dictará sentencia. El mismo caso de Norris, cuarto con un mejorado McLaren, pero aún debe probarse donde más importa. Hamilton, en su línea, fue quinto, y también presentará batalla.