Simone Biles conquista su sexto mundial y sigue siendo la reina de la gimnasia

La gimnasta estadounidense Simone Biles es, probablemente, la mejor de la historia; y sin embargo, parece que su hambre y sus ganas de competir siguen intactas pese a su trayectoria. Así lo ha venido demostrando desde su regreso durante los Mundiales celebrados en la ciudad belga de Amberes, donde este pasado viernes pudo ampliar su leyenda al conquistar su sexto título de campeona del mundo. Una hazaña que sólo había logrado hasta ahora, por cierto, otro icónico mito como el japonés Kohei Uchimura, aunque en su caso además lo hiciese en ediciones consecutivas de los Mundiales.

Su victoria, además de impresionante, fue fundamentalmente reivindicativa y simbólica. Biles logró una nueva corona mundial en el mismo escenario donde se coronó hace diez años por primera vez campeona del mundo, dando inicio a una impresionante carrera que le ha convertido en la mejor gimnasta de todos los tiempos para muchos. Además, tras cerrar la ronda clasificatoria en primera posición, ha obtenido el oro en el concurso completo en los seis Campeonatos del Mundo en los que ha participado. Infalible.

Sin embargo, lo más importante de este triunfo son las circunstancias que lo rodean. La estadounidense, que cumplió el pasado marzo 26 años, no compitió en los Mundiales de Montreal 2017, así como en las dos últimas ediciones disputadas en la ciudad japonesa de Kitakyushu en 2021 y en Liverpool en 2022. 

Unas ausencias que respondieron, en el caso de esos dos últimos torneos, a los mismos motivos que llevaron a Biles a renunciar a la final del concurso completo en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021, donde también había cerrado la ronda clasificatoria en primera posición.

Simone Biles era por aquel entonces la favorita para ganar al menos cuatro de las seis medallas de oro disponibles en los Juegos, pero se retiró de la mayor parte de la competencia debido a los ‘yips’ o ‘aullidos’, a los que ella denominaba ‘twisties’, que le suponían pérdidas repentinas,  temporales e inexplicables de conciencia del equilibrio aéreo que le impedían ejecutar sus ejercicios. Aun así, ganó una medalla de plata con su equipo y una medalla de bronce en la barra de equilibrio.

Desde entonces, la gimnasta decidió parar por completo para mejorar su salud mental y dejar de competir hasta encontrar una solución a esa pérdida de habilidades motoras finas tan repentina como inesperada, y a los problemas psicológicos derivados que impactan en la memoria muscular y la toma de decisiones de los atletas, dejándolos incapaces de realizar habilidades básicas de su deporte.

Un parón al que Biles puso por fin un final el pasado mes de agosto tras encontrar una nueva forma de relacionarse, como ella misma explicó, con el éxito y con la presión que supone su condición de la gran figura de la gimnasia mundial: “Creo que lo que significa el éxito para mí ha cambiado un poco, porque antes todo el mundo definía el éxito por mí, aunque yo tuviera mi propia opinión de lo que quería. Ahora simplemente es estar, sentirme bien mentalmente, divertirme y que pase lo que tenga que pasar”.

De este modo, una Simone Biles renacida ha podido volver a hacer lo que ama, lo que mejor se le da, y por ello pudo conducir también a Estados Unidos, el pasado miércoles, a su séptimo título consecutivo de campeón del mundo por conjuntos, una medalla que permitió a la de Ohio sumar su vigésimo sexta medalla -20 oros, 3 platas y 3 bronces- en unos Mundiales, más que nadie en la historia.

Sin embargo, la ambición de Biles, que como ella misma insistió, “puede seguir mejorando”, no tiene límites. Ese oro individual solo ha sido el comienzo; una presea que Simone Biles espera que no sea la última en Amberes, donde la norteamericana aún puedes sumar nuevos oros en las finales de salto, barra de equilibrios, asimétricas y suelo para las que ya está clasificada. Solo puede seguir haciendo historia.