Sería sorprendente… se está haciendo mayor

Novak Djokovic tiene dos sueños antes de su retirada: alcanzar el récord de títulos de Jimmy Connors y firmar el hito del ‘Golden Slam’. Para el primero necesita doce trofeos de cualquier categoría profesional, parece asequible, pero para el segundo necesita un 2024 insuperable en el que el exjugador y comentarista Álex Corretja no termina de creer. 

El reto del Golden Slam es tan claro como inaccesible: requiere ganar los cuatro títulos de Grand Slam en un año junto con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, sí, esa que se le ha escurrido siempre que ha participado en el evento más importante del deporte mundial.

Al arranque de 2024, con 36 años, llega con la madurez perfecta y la ‘falta de rivales’ que le ponen todo de cara, pero el sueño que ya ha declarado perseguir en este curso no está del todo claro para Corretja, tal y como dejó ver en unas declaraciones recientes ofrecidas a Eurosport.

“Sería muy sorprendente [que ganara el Golden Slam] porque incluso si mejorara mucho su juego, se está haciendo mayor”, dijo el analista sobre las posibilidades del serbio de batir a sus dos nuevos rivales, Alcaraz y Sinner, los principales candidatos a molestar al mejor jugador de todos los tiempos tras arrebatarle Wimbledon y la Copa Davis en 2023.

Eso sí, el extenista catalán rompió una lanza en favor del serbio, del que espera aún mucho tenis de calidad. “Estoy seguro de que seguirá ganando títulos de Grand Slam, pero va a ser cada vez más duro y él lo sabe”, zanjó

Cada vez va a ser más duro y él lo sabe

Con 24 grandes en su haber y ninguna medalla olímpica, Djokovic se enfrenta a su última oportunidad (la siguiente sería en 2028 y parece complicado que pueda llegar) para lograr un hito que terminaría por colocarle en la cúspide del tenis mundial. 

La tierra de París, sí, la misma donde se jugará Roland Garros apenas dos meses antes, será el escenario en el que se deberá hacer con la presea, curiosamente en el año del ‘último baile’ de Rafa Nadal, quien seguro dará hasta su última gota de tenis por hacer algo grande sobre su superficie favorita. El morbo está servido.