Nuevas soluciones para solucionar el problema migratorio

Prometí la semana pasada llegar hoy con otras soluciones para ayudar a resolver el problema de la inmigración en Quebec y Canadá. Cosa prometida cosa debida.

Pero antes de lanzar, muy humildemente, algunas posibles soluciones, hay que decir que la más sencilla consistiría en reducir todos los umbrales de inmigración y, en particular, decidir una cuota máxima anual de refugiados.

Estas medidas de reducción pueden ser tomadas por el gobierno federal, pero no se tomarán, especialmente para los refugiados, por razones idealistas. Razones muy parecidas a las cantinelas de los curas de antaño sobre amar a los demás con el dinero ajeno.

Este idealismo choca con una realidad muy dura: la exagerada generosidad migratoria del gobierno federal se produce a expensas de las poblaciones canadienses y quebequenses. Por ejemplo, es cada vez más evidente que la construcción masiva de viviendas baratas será imposible durante mucho tiempo. Faltan datos sobre los impactos de la inmigración abusiva en las escuelas y el sistema de salud. Sin embargo, tampoco en este caso la situación mejorará hasta dentro de muchos años, y sólo si disminuye el número anual de inmigrantes.

Pero al menos los funcionarios federales electos parecen dispuestos a discutir los efectos perversos de la inmigración descontrolada que alientan. Incluso aceptan reducir determinadas categorías de inmigrantes.

Teniendo esto en cuenta, aquí hay tres soluciones que podrían discutirse.

Hijos menores de edad

En primer lugar, los refugiados menores de edad suelen presentarse en las fronteras. Es obvio que enviar a un niño solo al extranjero, con la esperanza de que obtenga el estatus de refugiado en algún lugar y que el resto de la familia lo siga, es una forma cruel de explotación infantil.

Los padres de menores que llegan no acompañados a Quebec y Canadá deben ser acusados ​​de abandono de menores y, si es necesario, tras sentencia, recibir un expediente penal.

Por tanto, los padres de niños no acompañados ya no podrían ser aceptados en Quebec y Canadá. Podemos apostar a que se presentarían menos menores solo en las fronteras.

Vacas de efectivo

En segundo lugar, debemos impedir el envío regular de dinero al extranjero desde Canadá. Esta práctica es perjudicial para la economía canadiense y fomenta la explotación de Canadá por parte de los inmigrantes.

Canadá podría decidir gravar el envío de dinero al extranjero cuando el número de transacciones individuales exceda un cierto número por individuo por año. El gobierno podría incluso decidir un umbral máximo general de transferencia para los países donde se encuentran las personas que reciben estas cantidades de dinero.

Por lo tanto, algunos inmigrantes estarían menos dispuestos a venir aquí para utilizar Quebec y Canadá como fuentes de ingresos.

Escuelas falsas

En tercer lugar, para evitar la proliferación de escuelas falsas que sirven como puerta de entrada a personas que no tienen las calificaciones buscadas por diversos sectores económicos, el gobierno podría exigir que las escuelas obtengan un permiso especial antes de aceptar estudiantes extranjeros. Este permiso, revocable, sólo se renovaría tras una inspección anual.