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las 36 horas de máxima tensión que acorralaron a Luis Rubiales

Written by on August 23, 2023

Se aplicará a rajatabla el manual de supervivencia: Luis Rubiales desaparecerá unas semanas de la escena pública, esperando que las aguas revueltas se calmen como ya ha sucedido en otras ocasiones y el recuerdo de todo quede borroso: las 36 horas de máxima tensión que deslucieron uno de los momentos más importantes en la historia del fútbol español -si no el que más- por el inapropiado gesto de su máximo dirigente: el beso a Jennifer Hermoso. La película, donde ficción y realidad se mimetizan, fue tal que así.

-El beso: termina el partido y España es campeona del mundo, una hazaña imposible de imaginar hace un año, cuando la Federación recibe el famoso mail de las 15 y toma una decisión: apuesta por Jorge Vilda y aparta a las rebeldes. Volvemos al presente: Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, apenas puede controlar la emoción -directamente no la controla- y ya en el palco realiza un gesto inaceptable en presencia de la infanta Sofía y la reina Letizia, agarrándose los testículos. Después, en la ceremonia de premiación, se abraza a todas las jugadoras hasta que llega Jennifer Hermoso: coge su cabeza con las dos manos y le planta un beso en los labios. Después, ríe y ríe. En cada foto con la selección, él esta en el centro.

-Se forma la tormenta: “¿De verdad se han besado?” La pregunta que recorre las redacciones no necesita respuesta en las redes sociales, que viralizan el momento ipso facto. Y comienzan a llegar las críticas, y los primeros artículos de opinión, y el río comienza a desbordarse.

-“Eh, no me ha gustado”. El vestuario de la selección femenina no es ajeno a lo que ha pasado y en uno de los directos en redes sociales en medio del jolgorio las compañeras preguntan a Jenni Hermoso, cuya respuesta es más que significativa: “¿Qué hago yo…? Eh, pero no me ha gustado”.

-Sigue la broma y Rubiales se crece: el presidente de la Federación aún no es consciente de la repercusión de su gesto, quizás nunca lo fue, y cuando visita el vestuario de la selección continúa con la broma, prometiendo un viaje a Ibiza para todas las jugadoras y anunciando para tal fecha su boda con Jennifer Hermoso, a la que vuelve a abrazar. Según los expertos en comunicación no verbal de varios medios, ella acepta el abrazo pero se aparta con la cadera. No obstante, la Federación intenta contener la bola de nieve y distribuye una veloz declaración exculpatoria de Jennifer Hermoso: “No hay que darle importancia, es un gesto espontáneo”, dice la delantera madrileña.

-La explicación del presidente, “gilipollas, tontos, estúpidos…”: cuando a Rubiales le preguntan por la noche, él pasa a la ofensiva y marca la que debería ser la opinión general de la peor forma posible. “No hagamos caso de los idiotas y de los estúpidos. Es un pico de dos amigos celebrando algo… no estamos para gilipolleces. Ni me comentéis cosas de pringados que no saben ver lo positivo. Si hay tontos, que sigan con sus tonterías, pero no les hagamos caso”.

-Amanece el lunes y descarga la tormenta: al día siguiente todo se descontrola. La selección española coge el avión rumbo a España, donde se organiza una fiesta masiva, pero en España solo se habla del beso de Rubiales y de sus ‘explicaciones’ pasadas de tono. Las ministras Irene Montero y Ione Belarra hablan sin tapujos de “agresión sexual”, los medios de todo el planeta -The Guardian, CNN, L’Equipe- se hacen eco de lo sucedido y las peticiones de dimisión de multiplican, mientras el gobierno contempla con preocupación como el problema crece y las consecuencias judiciales flotan en el ambiente. El comportamiento del presidente está eclipsando un momento para la historia.

-La llamada de Iceta y su orden: el punto de inflexión lo marca el ministro de Deportes, cuando exige en RNE una “explicación y disculpa” a Rubiales. “Es inaceptable besar en los labios a una jugadora para felicitarla”, completa. Su declaración llega al avión donde vuelan las jugadoras a modo de orden: Rubiales tiene que disculparse de inmediato. Según alguna persona conocedora de lo sucedido, “la tensión era máxima”. Se acabaron las sonrisas.

-La disculpa: el avión que conduce a las campeonas de regreso hace una parada técnica en Doha, donde la Federación improvisa el vídeo de la disculpas. “Seguramente me he equivocado”, asegura el presidente en dos minutos de alocución repleta de justificaciones que suenan forzadas. Un día después, Relevo desvela que Rubiales rogó a Jennifer Hermoso que lo acompañara en ese vídeo. Ella se negó.

Rubiales pasa a segundo plano: el gesto de Rubiales cuando baja del avión ya denota la preocupación. Posa en la escalerilla con el trofeo y ya en tierra con toda la plantilla. Consuela y abraza a Olga Carmona… y desaparece. No se sube en el autobús ni tampoco acude a la fiesta en el centro de la capital, donde los familiares de algunas jugadoras resumen la película: “Al presidente se le fue…” 

-“Dar más pasos”. Un día después, su saludo a Pedro Sánchez durante la recepción no puede ser más frío y en la foto de familia se sitúa en una esquina, casi fuera de foco. El presidente del Gobierno en funciones no se corta poco después y exige a Rubiales “más contundencia en sus explicaciones” y “dar más pasos”. Estas últimas palabras se entienden como insinuación ¿hacia la puerta de salida?

Rubiales, en paradero desconocido, ni está ni se le espera. Ya no vuelve a  abrir la boca, esperando a que escampe. Todo “por un pico espontáneo y normal”. 

Y ahí continúa el problema: para él, en el fondo, todo fue normal.

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