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Kawagarbo, la montaña imposible que castigó a los 17 montañeros que intentaron desafiarla

Written by on November 25, 2023

La cordillera de las Montañas Nevadas Meili se encuentra en el Este de Tíbet y es sagrada para los budistas. Cada año miles de peregrinos se acercan a las proximidades de esta cordillera que cuenta con trece picos de más de 6.000 metros. El más alto es Kawagarbo de 6.740 metros, cuyo nombre significa ‘la montaña sagrada blanca y nevada’. Los lugareños nunca han tenido la intención de ascender estas montañas para no hacer ningún sacrilegio.

Según la leyenda local Kawagarbo es la reencarnación de un príncipe muerto que tomó la forma de una montaña nevada formada por relámpagos, que a la vez es un dios tibetano protector y guerrero que salvaguarda a los habitantes de la zona alejando a los espíritus malignos. Se dice que a veces monta a caballo con una espada en la mano.

Cerca de Kawagarbo se encuentra su amada esposa Mianzimu, de 6.054 metros, la ‘Diosa de Mar’, considerada una de las montañas más bellas del planeta.

Todos los picos de las Montañas Nevadas Meili son misteriosas, muy escarpadas y protegidas por acantilados perpendiculares.

En la montaña reinante, el Kawagarbo, a 4.500 metros, hay un muro de piedra enorme, que según la leyenda es la frontera que separa la residencia del dios guerrero de los humanos de abajo. Cruzar esta línea está prohibido para los humanos. De hecho, los pastores locales siempre se detienen aquí y se dan la vuelta.

La montaña Kawagarbo
La montaña Kawagarbo
Wikipedia

Antes de 1987. algunos montañeros americanos y japoneses intentaron escalar Kawagarbo y otros picos de esta cordillera pero las avalanchas constantes y el mal tiempo los frenaron y tuvieron que volver a casa con las manos vacías. En 1987 un equipo japonés llegó a Kawagarbo para llevar a cabo algunas investigaciones científicas de la flora, de la fauna y de la meterología. Aquella vez el grupo japonés donó dinero a los habitantes de la zona y fundó allí una escuela, pero no llevó a cabo ninguna actividad alpinística y los lugareños se quedaron tranquilos.

A finales de 1990 un grupo de 17 personas, once japoneses y seis alpinistas chinos, volvieron a este lugar. Se alojaron en un pueblo cercano a Kawagarbo. El líder de la expedición fue el alpinista experimentado Jiro Inoue, y entre los miembros del grupo había varios escaladores con experiencia en montañas de más de 8.000 metros. Nadie en el pueblo, ni los dos guías locales contratados, sospecharon de las intenciones reales del grupo, que era escalar el pico más alto y más sagrado, el Kawagarbo.

Los alpinistas, sin levantar sospechas de los dos guías, al no llevar puestos crampones, empezaron a ascender Kawagarbo. Todo indicaba que solamente querrían realizar algunas investigaciones científicas en la ladera baja de la montaña, nada más. Pero cuando los alpinistas alcanzaron los 3.800 metros, de repente pararon y sacaron los crampones de sus mochilas. 

El desafío a la montaña

En ese momento comunicaron a los dos guías que realmente lo que querían era escalar el Kawagarbo hasta la cima. Los dos guías, asustados y enfadados se dieron la vuelta y fueron corriendo al pueblo para alertar a los demás de la actividad real del grupo sino-japonés. Los lugareños empezaron a rezar para pedir perdón a Kawagarbo. Pero conforme pasaban las horas se pusieron cada vez más enfadados y llegaron a pedir a Kawagarbo que castigara a los intrusos arriba en la montaña. El lama local de pronto tuvo tres visiones en las que veía a los escaladores cruzando los límites a 4.500, a los 5.500 y a los 6.500 metros.

Mientras tanto los alpinistas seguían para arriba. A 5.100 metros, el grupo mixto paró. Los japoneses y los chinos empezaron a debatir de dónde establecer el campo tres. Los japoneses querían poner el campo cerca de la arista porque, por miedo a las avalanchas, querían llevar a cabo la ascensión lo más rápido posible. Al contrario, los alpinistas chinos, por el mismo miedo, querían poner el campo tres lo más lejos posible de esa arista, en un punto alejado del plató. Al final hubo un consenso entre los dos grupos y montaron el campo a mitad de camino, entre el plató y el comienzo de la arista. 

Tras parar en ese campo, el 28 de diciembre el grupo conjunto siguió con la ascensión, alcanzando el campo cuatro. De allí continuaron para arriba, pero a 240 metros debajo de la cima tuvieron que darse la vuelta por el mal tiempo y retroceder al campo cuatro. Decidieron esperar allí pero sin un ápice de intención de tirar la toalla. Ese día, los alpinistas informaron por el walkie-talkie a uno de los compañeros del campamento base de que querrían llevar a cabo el ataque a la cima el 3 de enero de 1991. El 3 de enero, a las 10.30 de la mañana, antes de iniciar el ataque a la cima, fue la última comunicación con el equipo. Después, silencio. El día 4 de enero nadie del grupo de los 17 alpinistas contestaba a los walkie-talkies que llevaban consigo.

Una túnica y 17 moscas

Ese día, en la túnica del lama aparecieron 17 moscas. Sin duda, fue una mala señal ya que coincidía con el número de los alpinistas en lo alto de la montaña. Los compañeros del campamento base pidieron ayuda llamando un helicóptero de búsqueda que durante varios días no pudo volar debido al mal tiempo. El 8 de enero, cinco días después de la última comunicación con el grupo, un equipo de rescate chino llegó al pie de la montaña, pero sin encontrar rastro de los miembros del grupo en la parte baja. Finalmente el helicóptero pudo despegar, pero lo que el piloto vio desde arriba fue desolador. Más de 300.000 toneladas de nieve desplazada dio la pista de que allí arriba tuvo que haber una avalancha gigantesca. No había ningún rastro del grupo.

En abril de 1991 mandaron otro equipo de rescate, pero no pudieron ascender hasta el punto de la avalancha ocurrida en enero. Más de 40 avalanchas caían de la montaña y los rescatistas tuvieron que abandonar la operación. Los lugareños además se acordaron de otra leyenda, según la cual si alguien muere en el Kawagarbo por intentar escalarlo, después de morir tendrá otro castigo más: será preso de la montaña durante siete años.

Y así fue en la realidad también. Siete años más tarde, en junio de 1998, un grupo de pastores tibetanos encontró los enseres y los cuerpos de 16 alpinistas de los 17, a la altura de unos 3.750 metros, y a 4 kilómetros de distancia del último lugar conocido del grupo. El reloj de las víctimas marcaba 1:34 de la noche. Un amigo japonés de los montañeros muertos volvía a Kawagarbo cada año para ir recuperando los objetos personales de sus amigos fallecidos. En 2001 las autoridades chinas prohibieron definitivamente cualquier expedición de escalada a las Montañas Nevadas Meili.

Kawagarbo sigue inescalado hasta nuestros días.

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