Kamala Harris en CNN: entre la cautela y la admisión de debilidad

Esta noche, Kamala Harris finalmente dará su primera entrevista a Dana Bash de CNN. Pero ella no estará sola; su compañero de fórmula, el veterano de los medios Tim Walz, estará junto a él para una entrevista conjunta. Una decisión que plantea algunas dudas.

Desde el inicio de su campaña, Kamala Harris ha seguido un guión rígido. No hay conferencias de prensa, ni entrevistas en solitario, sólo discursos cuidadosamente preparados en mítines donde habla directamente a sus seguidores y a los indecisos, pero nunca a los medios. Para algunos, esta estrategia parece una negación de la democracia, ya que los medios de comunicación son tradicionalmente considerados un contrapoder esencial.

Aplazar esta “prueba de fuego” durante semanas podría sugerir dos cosas: o Harris duda de su capacidad para defender espontáneamente sus resultados y sus propuestas, o considera que no necesita justificarse ante los periodistas y prefiere evitar riesgos innecesarios.

Analicemos estas dos hipótesis.

A diferencia de Tim Walz, Kamala Harris aún no ha demostrado gran soltura durante las entrevistas en profundidad. A veces le costaba demostrar una comprensión clara de cuestiones complejas, lo que aumenta el riesgo de cometer errores, tanto en el fondo como en la forma. La presencia de Walz a su lado podría, por tanto, servirle de escudo: no sólo es un excelente comunicador, sino que también podrá compartir el tiempo de palabra, reduciendo así el riesgo de desliz de Harris.

Esto plantea una pregunta fundamental: ¿una candidata a la presidencia de Estados Unidos, un puesto de capital importancia, no debería demostrar que es capaz de asumir riesgos y afrontar la adversidad, especialmente en los medios de comunicación, con confianza y espontaneidad?

La respuesta probablemente sea sí. Pero hoy, Harris parece estar en ascenso. Sus discursos son ampliamente cubiertos por los medios de comunicación, donde habla directamente a los votantes sin filtros. Pronto tendrá que enfrentarse a Donald Trump en un debate, un ejercicio imprescindible del que no se salvará. Entonces, ¿por qué correr el riesgo de exponerse a entrevistas potencialmente complicadas?

Al final, los votantes no votan por el candidato que ha hecho más entrevistas, sino por el que más inspira y convence. Las críticas a la ausencia de Harris de la escena mediática provienen principalmente de la clase periodística y sus adversarios políticos. Podríamos decir que Donald Trump y JD Vance se prestan de buena gana a las preguntas, incluso difíciles, de los periodistas. Ciertamente. Pero hay que reconocer que sus comentarios, a menudo obscenos, parecen pasar desapercibidos para una parte del electorado y de los medios de comunicación. ¿Tendríamos la misma tolerancia si Harris o Walz se permitieran tales excesos? Nada es menos seguro.