Carolina Marín resurge de sus cenizas con la conquista del oro en los Juegos Europeos

Como el Ave Fénix resurgió de sus cenizas, Carolina Marín ha vuelto al lugar que le corresponde en la cima del bádminton mundial con la conquista de la medalla oro en los Juegos Europeos de Cracovia. La onubense tumbó con contundencia a la danesa Mia Blichfeldt (21-15 y 21-14) para poner fin a las dudas generadas por sus dos últimas lesiones graves y apuntar directamente a los Juegos de París 2024.

Una hora y doce minutos duró el duelo ante Blichfeldt, un partido que comenzó con dominio de la española y que poco a poco se fue apretando a base de reacciones de su rival. En el primer set la española tuvo una mejor puesta en escena que se tradujo en un 6-1, aunque la danesa remó desde atrás y llegó a ponerse por delante en el marcador, 11-12. Blichfeldt llegó a empatar a 15, momento en el que la española sacó toda la artillería en la pista y encadenó un parcial de 6-0 para imponerse por 21-15.  

La segunda manga fue aún más complicada para Marín. Su rival no se amilanó tras lo ocurrido en el primer episodio del partido, salió con todo y dominó hasta un 6-9, que fue la señal para que la campeona española elevara su nivel de juego. Así, tras una poderosa reacción y una fase de igualdad en el marcador, 12-12, Carolina Marín volvió a marcar un parcial demoledor de 9-2, que le dio la victoria y la medalla de oro de los Juegos.

Más que la conquista del metal, el valor de la victoria ha sido el efecto de impulso mental para una deportista maltratada por las lesiones en los últimos tiempos. En 2019 sufrió una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha, se recuperó contrarreloj para llegar a los Juegos de Tokio y entonces una nueva rotura de ligamento cruzado y los dos meniscos de la rodilla izquierda terminaron con su sueño olímpico.

El regreso a las pistas no había sido el deseado para una campeona sedienta de títulos. Los resultados, progresivos pero lentos, hicieron crecer la incertidumbre en torno a una Carolina Marín minada por las dudas de dudas en su misión de volver a dominar el bádminton mundial a sus 30 años.

El final del calvario estaba cerca, ya se pudo percibir en el último Abierto de Indonesia. Allí no pudo hacerse con el título, pero sus sensaciones en pista volvieron a ser las de aquella jugadora imparable que tantas veces había puesto la bandera española en lo más alto del podio. 

Esta medalla europea inicia una nueva era en la carrera de la onubense, una etapa post-lesión con un objetivo solo a su alcance: convertirse en la mejor jugadora de la historia. El Mundial de Bádminton de Copenhague y  Juegos Olímpicos de París 2024 se presentan como los mejores escenarios para cerrar la hazaña, y si hay alguien capaz de lograrlo esa es Carolina Marín.