Solicitantes de asilo: el respeto a la dignidad humana es también un valor de Quebec

El primer ministro François Legault sorprendió a todos con una impactante declaración durante su visita a París. Propone que la mitad de los solicitantes de asilo, que ya se encuentran en nuestro territorio desde hace meses, incluso años, sean trasladados por la fuerza a otras provincias. Imaginemos esto: familias bien establecidas, cuyos hijos asisten a nuestras escuelas (en francés), a quienes quisiéramos expulsar después de que Quebec ya haya recibido 750 millones de dólares en compensación por su acogida.

A Legault le gustaría que alguien hiciera este trabajo sucio, pero ¿cómo? ¿Vamos a mandar a la policía a tocar las puertas de estas familias para desalojarlas, meterlas en autobuses como don nadies y enviarlas lejos de sus casas, como simples paquetes voluminosos? ¿Es esto realmente lo que queremos?

Esta idea, demencial e incluso peligrosa, empaña nuestra imagen a nivel internacional. ¿De dónde viene? Recuerda tristemente las acciones de Ron DeSantis, el gobernador populista de Florida, que literalmente envió inmigrantes a Nueva York como si trasladaran muebles. Pero DeSantis es un republicano de extrema derecha, conocido por su falta de humanidad. ¿Aspira Legault a inspirarse en semejante crueldad?

¿Cómo podemos llegar al punto de querer tratar a las familias como basura, de “varloparlas” sin ceremonias? ¿Es este el nacionalismo quebequense del CAQ? ¿Es así como queremos definirnos? ¿Como un pueblo dispuesto a sacrificar la dignidad de otros seres humanos por cálculos políticos?

Sí, Ottawa debe asumir su parte y gestionar la afluencia de inmigrantes de manera más equitativa. Es innegable. Pero esta solución, esta idea de desarraigar a las personas ya integradas aquí, es un acto de barbarie. Esto va en contra de nuestros valores de respeto, acogida y humanidad. Estas familias merecen algo mejor. Y nosotros, como sociedad, merecemos algo mejor.