Soberanía electoral: la injerencia es una amenaza
Written by rasco on August 26, 2024
En un mundo donde la información viaja a la velocidad de la luz, la tentación de interferir en los asuntos electorales de otros países es omnipresente. Ya sea para contrarrestar tendencias políticas consideradas peligrosas o para apoyar a candidatos esperanzados, la interferencia electoral se está convirtiendo en una realidad preocupante.
Recientemente, los funcionarios electos de Quebec hicieron campaña activamente a favor de una coalición de izquierda durante las elecciones legislativas francesas, con el objetivo de contrarrestar a la extrema derecha. Además, durante la actual campaña presidencial estadounidense, figuras políticas y mediáticas quebequenses y canadienses han expresado su apoyo explícito a uno de los candidatos, planteando interrogantes sobre los límites de la influencia externa en las elecciones de un país soberano.
Sin embargo, la soberanía electoral, fruto de las luchas por la autodeterminación, es un bien precioso que requiere una protección vigilante. Cada elección es un momento sagrado en el que un pueblo se expresa sobre su futuro. Cuando voces externas, ya sean políticas o medios de comunicación, intentan influir en este proceso, corren el riesgo de comprometer la integridad de las elecciones, así como la paz y el equilibrio internacionales.
Interferencia: un desafío democrático
La interferencia en las elecciones de otro país, incluso con buenas intenciones, constituye un ataque a la dignidad democrática. Sugiere que los ciudadanos de un país no serían plenamente capaces de decidir por sí mismos qué es lo mejor para su futuro.
La acción de estos funcionarios electos de Quebec, que distribuyen folletos para alentar a los franceses en Quebec a votar contra la extrema derecha, ilustra esta tendencia.
Del mismo modo, el apoyo explícito de personalidades quebequenses o canadienses a un candidato de la campaña presidencial estadounidense puede parecer inofensivo, pero conlleva el potencial de sembrar desconfianza y sacudir los cimientos de la democracia.
El espejo de la reciprocidad: ¿y si fuéramos nosotros?
Imaginemos por un momento que sucede todo lo contrario. ¿Qué pensaríamos si políticos de Estados Unidos, Francia u otros países intentaran influir en nuestras propias elecciones? ¿Qué pasaría si los medios extranjeros dictaran la conducta de nuestros votantes, guiaran nuestros debates o intentaran imponer su visión del mundo en nuestras urnas?
La indignación sería inmediata. Gritaríamos por la violación de nuestra soberanía, la falta de respeto a nuestras instituciones…
Este simple ejercicio de reciprocidad revela la injusticia fundamental de la interferencia electoral. Lo que no aceptaríamos para nosotros mismos, no debemos imponerlo a los demás.
Preservar la integridad electoral: un compromiso
La integridad de los procesos electorales es esencial para la estabilidad global. Cada elección es una manifestación del deseo de un pueblo de trazar su propio rumbo.
Interferir en este proceso, como ocurrió durante las recientes elecciones en Francia o las que se están celebrando en Estados Unidos, equivale a alimentar la división y crear un terreno fértil para tensiones, incluso conflictos.
Respetar la soberanía electoral es un pilar de la paz internacional. Al abstenernos de interferir, fortalecemos la legitimidad de nuestras instituciones y construimos relaciones internacionales basadas en la confianza y el respeto mutuo.
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