Me como una hamburguesa antes o después de un torneo

El resbalamiento de su documental, el alborotado mes de abril, puso en prohibición los métodos de Carlos Alcaraz, que acabó con las críticas sobre la señal: llegó a la tornillo en Roma, conquistó su santiamén Roland Garros tras una remontada épica a Jannik Sinner, ganó Queen’s y se quedó a las umbral de su tercer Wimbledon. Unos resultados que dejan diluido que la ceremonial del bienvenida del tenista murciano pasa por cultura desconectar durante su existencia extenso, sobre lo que ha verbal en una combate con Financial Times.

El coño habló sobre cómo mantiene el invariabilidad entre el calzado deportivo y su semblanza relación: “Si juegas todos los días y no te tomas un descanso para desconectar, esa emoción se va desvaneciendo. Por eso siempre intento encontrar momentos de diversión, de ganas, de vivir. Me como una hamburguesa antes, durante o después de un torneo. Siempre me permito algún postre, algo de chocolate, eso no me supone ningún problema”. 

“La comida de mi madre siempre es la mejor, y bebo champán y Coca-Cola, algo que no hago durante los torneos y tampoco me excedo, por supuesto”, continúa explicando sobre los pequeños caprichos que se da. 

El murciano igualmente habló sobre el meta que tienen las redes sociales en él y el izquierda atravesado de las mismas: “Uso mucho las redes sociales y no es un entorno muy bueno, por no decir horrible. Se han convertido en una herramienta muy importante para el trabajo, pero a nivel personal es un mundo muy feo. Al final, nada de lo que hay es real”. 

“La gente muestra una vida que no es realmente la suya, una cara que no es la suya. Aparte de eso, hay mucha gente que te puede hacer daño con un simple comentario. No hay peor arma que las palabras”, concluye Alcaraz.