Los agentes espías no trabajan para usted, sino para un país extranjero.

El informe del Comité de Parlamentarios sobre Seguridad Nacional e Inteligencia es francamente inquietante.

Nos enteramos de que los parlamentarios canadienses, elegidos democráticamente aquí, comparten información sensible y privilegiada con países extranjeros.

Se trata de funcionarios electos que sirven a los intereses de países extranjeros y no a los de Canadá y lo hacen de forma consciente y voluntaria.

No son más que ayudantes espías.

El gobierno canadiense tendría nada menos que topos entre sus diputados, entre su grupo. Y las autoridades gubernamentales lo habrían sabido y no habrían actuado en base a esta información verificada.

Traición

¿Cómo es posible tolerar tal traición al país? ¿Cómo podemos hacer la vista gorda ante el comportamiento antipatriótico de los representantes electos del pueblo? No se trata de agentes extranjeros, miembros del cuerpo consular y diplomático ni líderes de comunidades etnoculturales. Estos son funcionarios electos que prestan juramento y se comprometen a servir al país lo mejor que puedan. Se trata de funcionarios electos que podrían ser elegidos para sentarse alrededor de la mesa del Consejo de Ministros y tener acceso a información de capital importancia para la seguridad de nuestro país.

Gobierno blando

Según el gobierno Trudeau, nuestras preocupaciones son exageradas y todos aquellos que expresan advertencias hacen una lectura errónea de la situación. ¿Cuántos comités, comisiones de investigación, denunciantes, informes del CSIS y noticias serán necesarios para que el gobierno tome conciencia del problema y tome medidas?

Durante la audiencia del Primer Ministro Trudeau en el marco de la comisión de investigación sobre la injerencia extranjera, supimos que las informaciones transmitidas por nuestros servicios de inteligencia podían ser recibidas con cierto grado de escepticismo por parte del Sr. Trudeau. Tomó algunos y dejó otros, como dice la expresión. Ni siquiera leyó las notas transmitidas.

Tengo la impresión de que durante las sesiones informativas el Primer Ministro se tapó los oídos, cerró los ojos y tarareó para asegurarse de no aprender nada.