La jueza del ‘caso Alves’ ofrece a una amiga de la víctima denunciar también al brasileño

Las malas noticias se siguen acumulando para Dani Alves, que suma ya casi dos semanas encerrado en la cárcel catalana de Brians 2. Aunque su defensa, encabezada por Cristóbal Martell, aseguró hace unos días que los vídeos de la discoteca “desmienten de forma radical” la versión de la víctima, la jueza que instruye el caso sigue viendo “indicios mucho más que suficientes” de que el brasileño cometió la agresión sexual.

Además, la misma jueza ha advertido a una de las dos amigas que la acompañaban que tiene la posibilidad de denunciarlo por agresión sexual por tocamientos, después de que este viernes hayan declarado ante la magistrada que a ellas también las magreó el futbolista. Junto a las dos acompañantes de la víctima, varios testigos claves para el caso prestaron también declaración: el portero del local que la vio salir llorando, el director del establecimiento, y otros cuatro trabajadores.

En concreto, la dos jóvenes, una prima y una amiga de la víctima, han suscrito ante la la titular del Juzgado de instrucción número 15 de Barcelona el testimonio que habían ofrecido a los Mossos d’Esquadra la noche que se produjeron los hechos, del 30 al 31 de diciembre, cuando aseguraron que el futbolista también se había excedido con ellas. En concreto, la amiga de la joven aseguró que el brasileño la tocó “con violencia” y cogió su mano para colocarla sobre sus genitales, avalando así la versión de la denunciante sobre la violación.

Las testigos también han confirmado que, antes de llevarse a la denunciante al baño en el que supuestamente ocurrió la agresión sexual, el futbolista también las abordó a ellas con evidente intención sexual. A una de las jóvenes, el futbolista brasileño se le aproximó y le rodeó la cintura con sus brazos, mientras que a la otra llegó a hacerle tocamientos en sus partes íntimas, haciéndolas sentir “incómodas”. Sin embargo, la sugerencia de la jueza con otra posible denuncia a Alves ha caído en saco roto, ya que no quiere restar relevancia a la agresión sexual grave, la que sufrió su amiga.

Las dos testigos han corroborado además la versión de la denunciante sobre lo sucedido antes y después de la presunta agresión sexual en aquel baño privado de un reservado de la discoteca Sutton de Barcelona. Según su versión, cuando estaban departiendo con un grupo de jóvenes en una mesa cercana al reservado donde Alves tomaba copas con un amigo, se les acercó un camarero para comunicarles que unos “señores” querían invitarlas a cava en esa zona privada, a lo que ellas acabaron accediendo tras rechazar la oferta inicialmente.

Una vez en el reservado, estuvieron charlando con Alves y su amigo, momento en el que el futbolista las magreó, tras lo que el investigado se dirigió a la puerta que comunicaba al baño privado y, desde allí, hizo un ademán a la víctima para que se acercara. Las testigos no imaginaban que esa puerta conducía a un lavabo privado, si no a una sala para fumadores, por lo que cuando una de ellas tuvo necesidad de ir al baño, se dirigió a los generales, situados en una planta inferior a la de los reservados.

Transcurrido un cuarto de hora, Dani Alves abandonó el baño del reservado e instantes después lo hizo la denunciante, quien se dirigió a una de sus amigas diciéndoles: “Nos vamos de aquí”. Ya camino de la salida, cuando esperaban sus chaquetas en el guardarropía, rompió a llorar mientras repetía: “Me ha hecho daño”. Ese fue el momento en el que un portero de la discoteca se acercó a la joven y el equipo de seguridad de Sutton activó su protocolo contra agresiones sexuales, con la posterior llegada de los Mossos d’Esquadra.

De hecho, ante la jueza han declarado este viernes como testigos el portero que atendió a la joven, el propietario de Sutton, el director de la sala y los dos camareros que sirvieron las copas en el reservado. Las testificales han respaldado el relato de la víctima, que cuando fue atendida por personal de la discoteca, se mostraba reticente a denunciar a Dani Alves mientras repetía: “No me van a creer”.