Inmigración: es urgente que se reconozca la nación de Quebec

Quebec y Canadá experimentarán en los próximos años lo que yo llamo la “gran disrupción en la inmigración” que no debe confundirse con el “gran reemplazo” inspirado por las ideologías racistas de extrema derecha. Personalmente, estoy a favor de la inmigración y de la llegada de recién llegados. Dediqué diez años de trabajo voluntario a una fundación en la región de Quebec.

¿Se ha convertido Canadá en un mero cajero automático para la mano de obra?

Desafortunadamente, el debate sobre la capacidad de recibir inmigrantes en Quebec tuvo un mal comienzo. De hecho, la futura política de inmigración en Canadá, cuyo objetivo es acoger a 100 millones de ciudadanos para 2100, me convenció de que la nación de Quebec se ha vuelto invisible a la hora de definir las necesidades de Immigration Canada. Tengo la impresión de que Canadá se ha convertido en un simple cajero automático para la mano de obra.

Capacidad limitada

Sin embargo, nuestra capacidad de acogida no es ilimitada, aunque solo sea en cuanto a viviendas, guarderías, escuelas, servicios sanitarios y, por supuesto, formación en francés. Ya más de 350.000 inmigrantes temporales vienen a Quebec (trabajadores temporales y estudiantes) sin ningún requisito de aprender nuestro llamado idioma “nacional”. Sumado al caos creado en Montreal para acoger a las decenas de miles de refugiados de Roxham Road, una lección práctica que debería servir de modelo a evitar en cuanto a capacidad de acogida.

La política del gobierno de Quebec de acoger a 50.000 inmigrantes permanentes por año no es suficiente y nos condena a volvernos marginales como nación, sobre todo porque el gobierno federal pretende alcanzar la meta de 500.000 recién llegados por año para 2025. Actualmente representamos el 22% de la población y, a este ritmo, caeremos rápidamente al 10% de la población canadiense. Así que olvidémonos de Canadá fundada por dos naciones, una de origen francófono y la otra de habla inglesa. Este símbolo de falsa igualdad lingüística se ha convertido en una gran broma y una cortina de humo destinada a hacer creer a los francófonos que son tan importantes como el rey Carlos III como jefe de Estado que gobierna Canadá, sin poder ni respeto.

Una nación invisible, a menos que…

nación de quebec

La constitución canadiense de 1982 bloqueó cualquier forma de adaptación para proteger el idioma francés tanto en Quebec como en Canadá, donde nos hemos convertido, como mucho, en un símbolo folclórico que nos distingue como país de nuestro poderoso vecino estadounidense.

¿Cómo llegamos a dejar de existir como nación de Quebec?

Simplemente porque tememos molestar, nos falta confianza en nosotros mismos cuando se trata de afirmarnos como una nación distinta. Nuestros líderes políticos lo saben y explotan nuestra debilidad en cada elección. De todos modos, todos nuestros líderes políticos se están escapando (excepto el Bloc Québécois y el PQ) con el pretexto de que la constitución canadiense no se puede enmendar. Sin embargo, Quebec nunca lo ha sancionado, por lo que no estamos moralmente obligados a esta constitución que niega la existencia de nuestra identidad colectiva.

La única solución a largo plazo para proteger nuestra identidad colectiva es que la Asamblea Nacional adopte una constitución de Quebec que reconozca a la nación de Quebec y su ciudadanía, su cultura francófona y secular, al mismo tiempo que reconoce a las naciones aborígenes y sus culturas. Por lo tanto, todos los poderes en materia de inmigración y ciudadanía recaerían en la Asamblea Nacional de Quebec. Si el gobierno federal se niega a transferir estos poderes de identidad, deberíamos aprobar esta constitución por referéndum y declarar unilateralmente, si es necesario, la independencia política de la nación de Quebec.

Jean Baillargeon, Consultor en comunicación estratégica